Jesús
dijo una frase que a veces inconscientemente tratamos de evitar o simplemente
ignorar: "En el mundo tendréis aflicción..."
Cuando
venimos al Señor, nuestra vida cambia radicalmente, ya que se resuelve el
problema más grande del ser humano: Ser perdonado y ser justificado delante de
Dios. Algunos,
de manera equivocada, tratan de promover un evangelio diferente mediante
"ofertones", en que ofrecen que viniendo a los pies de Jesús, se
acabarán los problemas. El
caminar junto a Jesús nos enseña que eso no es así, pero sí nos enseña que el
verdadero problema del ser humano, la salvación, sí queda resuelto.
Considerando
la declaración de Jesús, nos damos cuenta que como todo ser humano, estamos
sujetos a circunstancias que a veces nos amedrentan y amenazan con hundir
nuestra embarcación. A pesar de eso, lo más
lindo es que nuestro Señor ha prometido estar con nosotros todos los días, no
dejarnos ni desampararnos. Sentir
esa mano amorosa del Señor no se experimenta leyendo un libro o por
experiencias ajenas. Sólo la podemos sentir cuando más solos o desvalidos nos
sentimos. Es ahí cuando se hace real la Palabra de Dios.
En el libro de Isaías 43:2 dice: "Cuando pases por las aguas, yo estaré contigo; y si por los ríos, no te anegarán. Cuando pases por el fuego, no te quemarás, ni la llama arderá en ti". Eso nos da a entender que es posible que en algún momento pasemos por aguas que amenazan con anegarnos o fuego de prueba que amenaza con quemarnos. Pero lo lindo, y lo que nos diferencia del resto del mundo, es que contamos con su promesa fiel, que es segura: Su Palabra.
En el
pasaje de Marcos 4:35-40, Jesús nos ensena que su palabra debe ser nuestra
roca firme en que fundemos nuestra fe: "Aquel día, cuando llegó la noche, les dijo: Pasemos al otro lado. Y despidiendo a la multitud, le tomaron como estaba, en la barca; y había también con él otras barcas. Pero se levantó una gran tempestad de viento, y echaba las olas en la barca, de tal manera que ya se anegaba. Y él estaba en la popa, durmiendo sobre un cabezal; y le despertaron, y le dijeron: Maestro, ¿no tienes cuidado que perecemos?. Y levantándose, reprendió al viento, y dijo al mar: Calla, enmudece. Y cesó el viento, y se hizo grande bonanza.Y les dijo: ¿Por qué estáis así amedrentados? ¿Cómo no tenéis fe?". Jesús no
se molestó porque lo despertaron o por tener que reprender la tormenta. El les
encaró por haber tomado más en cuenta las circunstancias y no haber tomado en cuenta su Palabra que les había dicho, en la cual les aseguraba que pasarían al otro lado.
Querido
hermano, hermana: Es momento en que lo que hemos oído, la Palabra del Señor,
sea nuestro referente y no lo sean las circunstancias. Es tiempo de vivir por
fe, ya que en este mundo que va en decadencia, el enemigo que esta interesado en
tu fracaso y nuestra propia mente, batallan contra la Palabra de Dios, que es
nuestra seguridad.
Proverbios
3:5: "Fíate de Jehová de todo tu corazón,Y no te apoyes en tu propia prudencia".
Dios te
bendiga!