martes, 27 de agosto de 2013

EL FRUTO DEL ESPÍRITU

Gálatas 5.22. Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, 23. mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley. 24. Pero los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos. 25. Si vivimos por el Espíritu, andemos también por el Espíritu.

EL FRUTO DEL ESPÍRITU. Es el resultado de nuestro del caminar de nuestro espíritu unido al Espíritu de Cristo que mora en nosotros. Es una permanente y estrecha unión. 
1 Corintios 6:17 Pero el que se une al Señor, un espíritu es con él.

Jesús lo describió de una manera simple, pero bien gráfica: Juan 15.4 Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. 5. Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer.

Esta unión entre las ramas o pámpanos, que somos nosotros, debe ser permanente para que el tronco que es Jesús, haga fluir su gracia a través de nosotros, produciendo un fruto agradable y que es de bendición a todos.
Así también nosotros debemos estar unidos constantemente a Jesucristo y caminar ya no dirigidos por nosotros mismos, sino por el Espíritu de Dios.

En ningún momento Dios llama al creyente a producir este fruto por un esfuerzo humano. Bien sabe Dios que lo que nosotros producimos en forma natural y espontánea son las obras de la carne. Es el producto de la unión entre el Espíritu Santo y el creyente. En este proceso el creyente va colaborando en estrecha relación con el Espíritu Santo produciéndose la transformación y el fruto. 2 Corintios 3:18.

Como seres humanos, aún estamos atrapados en un cuerpo que desea las cosas pecaminosas (Romanos 7:14-25). Como cristianos, tenemos al Espíritu Santo unido a nuestro espíritu produciendo su fruto en nosotros, y contamos con su poder para que conquistemos los actos de la naturaleza de pecado (2 Corintios 5:17; Filipenses 4:13).

Para que la tierra produzca fragante y deliciosa fruta debe haber dedicación y tiene que ser labrada, cultivada y cosechada. En cambio para que produzca maleza o mala hierba, no hay que hacer ningún esfuerzo. (Las obras de la carne nos salen espontáneas y naturales).

Si queremos producir el fruto que Dios quiere a través de nuestras vidas, debemos cada día tomar la decisión personal de someter nuestra voluntad a Dios. Tenemos la opción de caminar de acuerdo a nuestras propias decisiones, o caminar de acuerdo a la dirección de quién realmente sabe cómo dirigirnos: El Espíritu Santo.

Este fruto no es instantáneo. El Espíritu Santo a través de un proceso va desarrollando  este fruto en nuestra persona. El uso de la palabra metamorfosis en 2 Corintios 3:18 y Romanos 12:3, nos demuestra que el cambio es gradual y no instantáneo.

La palabra fruto está en singular, debido a que es un fruto con sus consecuencias. El fruto del Espíritu Santo es el amor y este tiene cuatro facetas muy distintas. La primera tiene que ver con la vida interior, o sea gozo y paz. Dios nos asegura en un clima de amor, produciendo gozo y paz. La segunda tienen que ver con nuestro acercamiento a los hermanos y vecinos: paciencia y benignidad, bondad. La tercera tiene que ver con Dios, es la fe que profesamos para recibir de Dios. La última tiene que ver con nuestro carácter: mansedumbre y templanza.

Mi oración es que nos ocupemos más de agradar a nuestro Señor que pronto vendrá por su iglesia. Te dejo esta última escritura para que medites sobre el propósito de tu vida.

Colosenses 1:10 para que andéis como es digno del Señor, agradándole en todo,
llevando fruto en toda buena obra, y creciendo en el conocimiento de Dios.


Dios te bendiga.


Pastor Antonio Martínez.

miércoles, 21 de agosto de 2013

2 Corintios 6:14 "No os unáis en yugo desigual con los incrédulos; porque ¿qué compañerismo tiene la justicia con la injusticia? ¿Y qué comunión la luz con las tinieblas?"

Los Estados Unidos fue la primera nación que separó la iglesia del Estado ¿Por que sucedió esto? Debido a lo que practicaba la sociedad: idolatría, desenfreno, injusticias y toda clase de pecados. Ahora bien, como estas conductas entraron fuerte en la sociedad, resultó fácil que muchas de ellas se mezclaran con la iglesia. Por lo mismo, si tú ves en un desfile de Estado de un país, siempre estará presente una patrona o patrono. Por ejemplo, en nuestra misma nación, la patrona es la virgen del Carmen, en Mexico la virgen de Guadalupe, y así sucesivamente.

Nuestro Dios es único, y no compartirá su gloria con nadie; él es un Dios celoso.

Es importante ver las escrituras, de no unirnos con los incrédulos ni simpatizar con lo que ellos hacen. Nosotros somos la luz del mundo. Ahora, no quiere decir que tienes que cambiar de trabajo, o dejar la escuela o universidad, etc., sino apartarse de lo que ellos practican. Tiene que haber una gran diferencia entre la luz y las tinieblas. El mundo tiene que ver a Cristo en nosotros. Debemos testificar con nuestro ejemplo, para que cuando tengamos la oportunidad de hablarles, vean que somos diferentes y puedan recibir.

2 de Corintios 7:1 "Así que, amados, puesto que tenemos tales promesas, limpiémonos de toda contaminación de carne y de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios".

El mundo quiere ver algo diferente, esta cansado de religiosidad, y de gente hipócrita; quieren ver a Dios en nosotros, algo distinto, alguien real en quién puedan confiar. Debemos mostrar a Cristo en todo nuestro diario vivir. 

Amén.

Bendiciones!

Pastor Rafael Martinez

miércoles, 14 de agosto de 2013

EL DOBLE ÁNIMO

Santiago 1:8: El hombre de doble ánimo (dos mentes) es inconstante
 (inestable) en todos sus caminos.

¿Qué es el doble ánimo?
El doble ánimo es una forma de llamar a una persona inconstante, es cuando hoy dice si y mañana no; es cuando hoy cree en Dios porque está bien y mañana no tanto porque está enfermo; es cuando hoy es una persona llena de fe y mañana no lo es por alguna circunstancia que le ocurrió; es cuando hoy tiene la convicción de algo y mañana ya no está convencido de nada.
El Apóstol Santiago compara a la persona llena de dudas con una onda del mar: si ustedes han observado detenidamente el mar, las olas no se crean por sí mismas, las olas no tienen voluntad propia sino que cualquier ráfaga de viento las mueve de un lugar a otro. La ola es inconstante, es flexible, así nos dice la biblia que es la persona de doble ánimo. Y termina diciendo que la persona de doble animo es inconstante en TODOS sus caminos (Santiago 1:8).

¿Por qué esta afirmación es así de dura?
Una persona inconstante es insegura, falta de dominio propio, y es guiada por sus emociones. Es una persona que fácilmente es movida de su convicción; es una persona que cualquier "problemita" lo tira al suelo; es una persona que cualquier cosa le hace enojar; es una persona que hoy se sabe la Biblia entera y cuando viene el problema no echa mano a lo que cree, sino que actúa en forma emocional.

Conflicto interno
El asunto es que como somos seres espirituales, también tenemos un alma que razona y muchas veces en contra de lo que dice la Palabra de Dios. Nos damos cuenta que tenemos dos opciones para pensar: una es producida por lo que vemos, por la “realidad” y las circunstancias y la otra es lo que dice la Palabra de Dios.
Constantemente debemos decidir a quién hacerle caso: si a lo que vemos o seguir confiando en lo que Dios dice.

Jesús dijo:
Antes bien, sea su hablar: “Sí, sí” o “No, no”; y lo que es más de esto, procede del mal. (Mateo 5:37)
Lo que hablamos con nuestra boca está ligado a lo que creemos en nuestro corazón. Por esa razón debemos afirmarnos solo en lo que Dios dice.

Hubo un episodio en la historia de Israel que relata la Biblia donde el pueblo se había contaminado con costumbres extrañas, practicaban la idolatría y daban culto a un Dios pagano llamado “Baal”, sin embargo curiosamente aun seguían con costumbres religiosas hacia nuestro Dios al mismo tiempo, pero a su propia manera. Esta situación hace que Dios envíe sobre la región una gran sequía y hambruna y en aquellos días un hombre llamado Elías era el profeta de Dios y este un día se presentó ante ellos y confrontándolos les dijo:
¿Hasta cuándo vacilarán entre dos opiniones? Si el SEÑOR es Dios, síganle; o si Baal es Dios, pues síganle a él. Pero el pueblo no le respondió ni una palabra. (1 Reyes 18:21)

No podemos engañarnos, si queremos ver buenos resultados en la vida, debemos entender  que no puede haber bendición, ni prosperidad en un corazón dividido entre dos mundos y entre dos opiniones. A Dios no le sorprenden las palabras ni las grandes y extensas oraciones; a Dios le sorprende tu corazón y sobre todo un corazón firme que contra viento y marea sabe quién es Dios y lo que puede hacer en su vida.

Dios te bendiga.


Pastor Antonio Martinez

jueves, 8 de agosto de 2013

NUESTRA REDENCIÓN FUE PAGADA

Efesios 1:7 “en quién tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados, según las riquezas de su gracia, que hizo sobreabundar para con nosotros.”

Dios quiere restaurarnos a nuestro lugar de autoridad. Él ya hizo todos los arreglos, podríamos decir que él ya cerró el trato; el precio de compra fue totalmente pagado por la preciosa sangre de Jesús.

Somos liberados del pecado y de sus mortales secuelas. Cuando Dios le dijo a Adán que con seguridad moriría si comía del fruto, no quiso decir que de inmediato cesaría su existencia; quiso decir que la muerte entraría a la tierra. Y desde ese momento el hombre ha tenido que tratar con la muerte en todas sus formas. La preocupación, la ansiedad, el temor son formas de muerte. Las  luchas, las amarguras, el resentimiento, las enfermedades y dolencias también lo son. Todas estas cosas son porciones de muerte, que son el resultado y la consecuencia del pecado en la tierra.

El hombre, originalmente, estaba lleno de vida (de la vida de Dios) y, en realidad, le tomó siglos a Satanás enseñarle a morir. Por eso, en los primeros tiempos de la historia bíblica, la gente vivía centenares de años. La razón de esto, es que estaban llenos de la fuerza vital de Dios, y a la muerte le costó un buen tiempo para terminar con ellos.

Pero Dios compró de nuevo la gloria que coronaba su creación. Él nos compró con la sangre de su Hijo: La preciosa sangre de Jesús, inapreciable tesoro, nos redimió de toda maldición.

1 Corintios 6:20 “Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios.”  

Amén.

Pastor Rafael Martinez