jueves, 31 de julio de 2014

¿POR QUÉ VIENE LA DESILUSIÓN?

Todos los que hemos llegado a recibir a Jesucristo como nuestro Salvador, hemos llegado de alguna manera con algún tipo de necesidad.  Sea este de índole emocional, sentimental, económica, alguna adicción, etc. etc. Por supuesto que el verdadero problema de todo ser humano no es alguno de los antes mencionados, sino uno que es común a toda la humanidad, y raíz de toda problemática humana y espiritual: El pecado. Aun así, Dios entiende que no vemos más allá de nuestra necesidad inmediata, y nos da la oportunidad de creer y ser salvos.

Jesús dice en su Palabra. En Mateo 11.28. “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar”. La pregunta es. ¿Que tenía en mente Jesús cuando dijo estas palabras? ¿Cuál era el blanco donde apuntaba Jesús? ¿Cuál era la prioridad de su discurso?
Lo que Jesús tenía en mente era el Reino de Dios, adonde apuntaban sus  palabras era a la vida venidera. Los beneficios de la Salvación se ven de inmediato: La Paz de Dios, el Gozo de la salvación, sanidad, etc. Aparte de muchas promesas que son para recibirlas aquí en vida. Pero sus principales promesas no son de para este mundo. Muchas personas toman palabras de la Biblia al azar y traducen todo lo escrito a la vida material. La Biblia dice que debemos acomodar los espiritual a lo espiritual, o sea discernir los dichos del Señor en forma espiritual.
La gran causa de desilusión en algunos seguidores de Jesús creo que es porque esperan que todo se materialice y solo aprecian los beneficios del Reino a través de sus sentidos.
Por otro lado, está el grupo de personas que viene a Jesús como el “salvador de sus problemas” esperando que el Señor intervenga en ellos y se los resuelva. Muchos de estos seguidores permanecen fieles mientras dura el problema. Una vez resuelto este, se vuelven atrás. Como se hace con un extintor de incendios: una vez apagado el fuego, se guarda.

Jesús congregaba gran número de personas en sus reuniones, podríamos decir que tenía una “prospera Iglesia”; ya que la gente lo seguía al ver los milagros y recibiendo los beneficios inmediatos de seguirlo. Pero se desilusionaban cuando Jesús les hablaba claramente su mensaje. Podríamos decir literalmente que “se le vaciaba la iglesia”. En una ocasión fue tal la desilusión de sus seguidores a causa de sus palabras, que todos se fueron de su lado, excepto sus apóstoles. “Dijo entonces Jesús a los doce: ¿Queréis acaso iros también vosotros? Le respondió Simón Pedro: Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna”. (Juan 6:67,68). Pedro con su respuesta dijo a Jesús que entendían la importancia de lo eterno por sobre lo material.

A Jesús no le interesaba tener una gran congregación, aun cuando el reunía a muchos miles en su vida pública. La prueba de esto es que al final, antes de partir, tenía solo 11 discípulos y en total 120 seguidores. Lo que le interesaba era entregar las Palabras que recibió del Padre. Jesús estableció bien claro que su Reino no era de este mundo.

Creo firmemente que la desilusión viene a muchos cristianos cuando las palabras del Señor no coinciden con los planes que ellos tienen para con sus vidas, cuando el caminar con Jesús no cumple sus expectativas. Cuando no enfocan su vista en lo eterno. La Biblia dice: “…no mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas” (2 Corintios 4.18).

La Gran pregunta es: ¿Quién es para ti Jesús?  Si esperas que sea alguien que tú uses solo para resolver tus problemas, tengo malas noticias que darte. Jesús no está interesado en seguirte a ti, ni en llevar a cabo tus planes; por muy sinceros que sean.
Él quiere que le proclames como el Señor de tu vida, y que creas y obedezcas su Palabra. Él te promete a cambio, estar contigo todos los días hasta el fin, ser tu Pastor guiándote a hacer Su voluntad y al final darte amplia la entrada al Reino de los Cielos, “y estar así para siempre con el Señor”.

Jesús dice:Sé fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de la vida”. (Apocalipsis 2:10:)


Bendiciones!!

Pastor Antonio Martinez

jueves, 10 de julio de 2014

¿POR QUÉ NO “SIENTO” LO MISMO DE ANTES?

Esta pregunta es muy frecuente en el pueblo de Dios, sobre todo en personas que sienten que su experiencia con el Señor se va diluyendo.
Para encontrar la respuesta debemos buscarla en “El manual de fabricante” que es la Biblia. El apóstol Pablo, inspirado por el Espíritu Santo, escribió:

Colosenses 2:6-7 Por tanto, de la manera que habéis recibido al Señor Jesucristo, ANDAD EN ÉL; arraigados y sobreedificados en él, y confirmados en la fe, así como habéis sido enseñados, abundando en acciones de gracias. 

Esta escritura esta refiriéndose a la experiencia única del nuevo nacimiento, cuando recibimos a Jesucristo como nuestro Salvador. El apóstol les recomienda que para continuar con una vida de victoria, no deben de olvidar la “manera” que recibieron a al Señor Jesucristo. Para que de esa misma manera continúen viviendo su vida victoriosa.

¿Cuál fue la “manera” que cada persona recibió al Senor Jesucristo?
Primero, entendemos que muchas personas llegan al señor en diferentes circunstancias: enfermedades, problemas emocionales, familiares, financieros, etc. O simplemente desesperanzados, tristes y abatidos por el pecado.
Por supuesto que Dios entiende eso. Más aún, el mismo Jesucristo hace el ofrecimiento: “Venid a mi vosotros que estáis trabajados y cargados que yo os hare descansar…” De esto entendemos su comprensión a la problemática que motiva a muchos a ponerle atención al llamado de Jesús.

Apartando el motivo por el cual cualquiera es atraído a Jesucristo, hay un común denominador en  toda experiencia de salvación. Esto está escrito en la Epístola del apóstol Pablo: Romanos 10:9-10 "que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación".

Primero creemos en Él, y recibimos el perdón de nuestros pecados. De esa manera somos salvos y tenemos vida eterna. Pero lo que nos mantiene, es el hecho de nuestra confesión: Confesamos a Jesucristo como el Señor. Esta confesión nos mantiene humildes y dependientes en nuestro caminar diario. Este pasaje en la epístola a los romanos, menciona también donde debemos mantener esta declaración: En el corazón, de donde emanan nuestras decisiones, donde radica nuestra voluntad.

Jesucristo es el Señor. De esta confesión y actitud diaria, dependen nuestras buenas decisiones en el diario vivir. Jesús dijo: “Por que me llamais Señor, y no haceis lo que os mando?”
Volviendo al consejo de la Palabra an Colosenses 2.6 Por tanto, de la manera que habéis recibido al Señor Jesucristo, ANDAD EN ÉL;  Nos damos cuenta que la experiencia con el Señor no es un evento aislado, sino una experiencia diaria, un caminar. Por eso dice que de la misma forma que le recibimos debemos de andar.

Quizás la respuesta está en que un día le confesamos, lo creímos, pero lo dejamos atrás en nuestro caminar, por lo tanto cambio nuestra actitud. Ya no dependiendo 100% de él, sino que tomando nuestras propias decisiones. Esta Palabra hoy nos recuerda que de la misma manera, con la misma actitud, debemos de continuar nuestro a caminar. Declarando que Jesucristo es el Senor de nuestro corazón y el gobierna nuestras vidas, él es nuestro Señor en todas las decisiones en nuestro diario vivir.

Si comienzas a caminar de la misma “manera” que lo recibiste, si tu actitud de hoy es humillarte de corazón al Señor y reiterar tu declaración que un día hiciste de creer con tu corazón y declararlo como el Señor, de esa manera, hermana, hermano, tendrás la seguridad de tener un corazón lleno de su presencia, de su paz, de su gozo, y de la sabiduría para caminar seguro.

Dios te bendiga!


Pastor Antonio Martinez.