jueves, 10 de julio de 2014

¿POR QUÉ NO “SIENTO” LO MISMO DE ANTES?

Esta pregunta es muy frecuente en el pueblo de Dios, sobre todo en personas que sienten que su experiencia con el Señor se va diluyendo.
Para encontrar la respuesta debemos buscarla en “El manual de fabricante” que es la Biblia. El apóstol Pablo, inspirado por el Espíritu Santo, escribió:

Colosenses 2:6-7 Por tanto, de la manera que habéis recibido al Señor Jesucristo, ANDAD EN ÉL; arraigados y sobreedificados en él, y confirmados en la fe, así como habéis sido enseñados, abundando en acciones de gracias. 

Esta escritura esta refiriéndose a la experiencia única del nuevo nacimiento, cuando recibimos a Jesucristo como nuestro Salvador. El apóstol les recomienda que para continuar con una vida de victoria, no deben de olvidar la “manera” que recibieron a al Señor Jesucristo. Para que de esa misma manera continúen viviendo su vida victoriosa.

¿Cuál fue la “manera” que cada persona recibió al Senor Jesucristo?
Primero, entendemos que muchas personas llegan al señor en diferentes circunstancias: enfermedades, problemas emocionales, familiares, financieros, etc. O simplemente desesperanzados, tristes y abatidos por el pecado.
Por supuesto que Dios entiende eso. Más aún, el mismo Jesucristo hace el ofrecimiento: “Venid a mi vosotros que estáis trabajados y cargados que yo os hare descansar…” De esto entendemos su comprensión a la problemática que motiva a muchos a ponerle atención al llamado de Jesús.

Apartando el motivo por el cual cualquiera es atraído a Jesucristo, hay un común denominador en  toda experiencia de salvación. Esto está escrito en la Epístola del apóstol Pablo: Romanos 10:9-10 "que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación".

Primero creemos en Él, y recibimos el perdón de nuestros pecados. De esa manera somos salvos y tenemos vida eterna. Pero lo que nos mantiene, es el hecho de nuestra confesión: Confesamos a Jesucristo como el Señor. Esta confesión nos mantiene humildes y dependientes en nuestro caminar diario. Este pasaje en la epístola a los romanos, menciona también donde debemos mantener esta declaración: En el corazón, de donde emanan nuestras decisiones, donde radica nuestra voluntad.

Jesucristo es el Señor. De esta confesión y actitud diaria, dependen nuestras buenas decisiones en el diario vivir. Jesús dijo: “Por que me llamais Señor, y no haceis lo que os mando?”
Volviendo al consejo de la Palabra an Colosenses 2.6 Por tanto, de la manera que habéis recibido al Señor Jesucristo, ANDAD EN ÉL;  Nos damos cuenta que la experiencia con el Señor no es un evento aislado, sino una experiencia diaria, un caminar. Por eso dice que de la misma forma que le recibimos debemos de andar.

Quizás la respuesta está en que un día le confesamos, lo creímos, pero lo dejamos atrás en nuestro caminar, por lo tanto cambio nuestra actitud. Ya no dependiendo 100% de él, sino que tomando nuestras propias decisiones. Esta Palabra hoy nos recuerda que de la misma manera, con la misma actitud, debemos de continuar nuestro a caminar. Declarando que Jesucristo es el Senor de nuestro corazón y el gobierna nuestras vidas, él es nuestro Señor en todas las decisiones en nuestro diario vivir.

Si comienzas a caminar de la misma “manera” que lo recibiste, si tu actitud de hoy es humillarte de corazón al Señor y reiterar tu declaración que un día hiciste de creer con tu corazón y declararlo como el Señor, de esa manera, hermana, hermano, tendrás la seguridad de tener un corazón lleno de su presencia, de su paz, de su gozo, y de la sabiduría para caminar seguro.

Dios te bendiga!


Pastor Antonio Martinez. 

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