¿CUÁL ES TU POSICIÓN… HIJO O MENDIGO?
La Palabra nos habla que la
salvación no es por obras, sino por gracia por medio de la fe en Cristo
Jesús. Así mismo dice la Biblia que fuimos creados en Cristo, para buenas obras.
Efesios 2:8 Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de
vosotros, pues es don de Dios;
2:9 no por obras, para que nadie se gloríe. 2:10 Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.
2:9 no por obras, para que nadie se gloríe. 2:10 Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.
Para ser salvos no hubo
intervención alguna de obras nuestras. De hecho dice la Biblia que “por cuanto todos pecaron quedan cortos de
la Gloria de Dios” (traducido de la versión K. James).
Esto indica que no hay obra
suficiente que pueda hacer algún ser
humano merecedor de la salvación. Como es imposible para el hombre redimirse a
sí mismo del pecado; Jesús tuvo que venir a la tierra, hacerse hombre, padecer
y morir para satisfacer la Justicia de Dios y para que mediante el nuevo nacimiento pudiéramos llegar a ser ahora verdaderos hijos de Dios.
Desde la posición de hombre
caído no hay nada que podamos hacer; solo creer en Jesucristo para ser salvo.
Pero desde la posición que tenemos ahora de ser hijos de Dios, estamos capacitados
y habilitados para vivir vidas diferentes.
Ya el hacer obras, orar,
predicar, etc. no es para tratar de pagar algo, sino como consecuencia de la
nueva naturaleza que tenemos en Cristo, a través de la cual somos más que
vencedores y podemos agradarle.
Desde la posición actual de
hijos, tenemos acceso directo al Padre, podemos acercarnos al mismo trono de la
Gracia de Dios. Ya no hay que hacer sacrificios para pagar o tratar de merecer
su favor; sino que sacrificamos alabanza, fruto de labios, que confiesan su
Nombre. Ya le alabamos porque sabemos que Él está con nosotros y le adoramos
porque estamos capacitados para ello como hijos suyos.
Desde mi nueva posición, ya
no soy mendigo, sino hijo. Como tal puedo relacionarme con mi Padre a través
del Espíritu Santo que envió a morar dentro de mí; el cual permanece conmigo “para siempre” y que me capacita y me
empodera de lo necesario para vivir una vida agradable delante de nuestro Dios.
La religión, que no es otra
cosa sino el esfuerzo humano por tratar de llegar a Dios, te dirá que nunca
será suficiente lo que hagas para ganarte el favor de Dios…Pero la revelación
que te da la palabra de Dios, te da la seguridad que estas en Cristo y que ya
eres hijo de Dios.
1 Juan
3:2 Amados, ahora somos hijos de
Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que
cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él
es.
Pastor Antonio
Martinez
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