miércoles, 23 de octubre de 2013

¿PARA QUÉ ES LA IGLESIA DE JESUCRISTO?

Meditando en la pregunta, pensamos en muchas respuestas. Creo que todas apuntan en dirección a nuestro propio beneficio y bienestar. Pero si nos ponemos a pensar en  las palabras de quien la fundó: Nuestro Señor Jesucristo, veremos que la respuesta es diferente.

Primero debemos recordar que la Iglesia no es un edificio, sino que la componemos cada uno de los creyentes, redimidos por la sangre de Jesús y salvos por la Gracia de Dios.

Luego debemos recordar las palabras de Jesús antes de irse de vuelta al cielo:

(Marcos 16.15)  Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.
(Mateo 28:19) Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones…

Estos son dos mandatos específicos y claros que Jesús dio con referencia a la función de la iglesia en la tierra: Predicar y hacer discípulos.

Muchas personas, asisten a la Iglesia con el buen fin de resolver ciertos problemas por los que están atravesando.  Esto es normal, ya que de algún modo u otro, cada persona atraviesa en algún momento por dificultades. Por supuesto que el Señor en su amor y compasión, nos ayuda a resolver la mayoría de esas dificultades.
El problema radica en que algunos, una vez que ven su asunto resuelto, no necesitan más de asistir a las reuniones de la iglesia, y menos de asumir las responsabilidades que tenemos como creyentes.

Está el otro gran grupo de personas que asisten a la iglesia regularmente, pero que con el tiempo van perdiendo interés en reunirse y van dejando esta devoción de asistir.
De acuerdo a las palabras del Señor, falta algo que no estamos haciendo como miembros del cuerpo de Cristo: Esto es predicar el Evangelio y hacer discípulos. O sea de reproducirnos, dar fruto de acuerdo a la vida que está  en nosotros.

Muchos creyentes piensan que el predicar y hacer discípulos es solamente una opción y no un mandato. Otros piensan que es un don que solo algunos tienen o por último que es la labor solamente de los pastores. Pero de acuerdo a las palabras del Señor, esto es un mandato a todo creyente, por consecuencia, es una responsabilidad de todos.

El hecho de que con el tiempo muchos vayan perdiendo la costumbre de congregarse y se van desencantando con la Iglesia, no radica en cosas externas. En mi opinión, eso está directamente ligado a que no se está obedeciendo el mandato del Señor.

Tengo la obligación de decirte que el juicio al que compareceremos como creyentes será frente a Jesús, y dice que la escritura que tendremos que dar cuenta de lo que se nos encomendó y no hicimos.

Santiago 4:17  “y al que sabe hacer lo bueno, y no lo hace, le es pecado”.

Mucha de la tristeza por la que el creyente atraviesa, es causada por el hecho de no estar obedeciendo a quien dio su propia vida por nosotros.

Teniendo todo esto en mente, debemos orar y arrepentirnos de la negligencia y egoísmo de sólo pensar en lo que la iglesia puede hacer por nosotros,  y centrar nuestro esfuerzo en sólo nosotros, y no ocuparnos de obedecer y hacer fluir el amor y la misericordia que ha sido derramada en nosotros.

Hermano, hermana, te invito a que reflexiones y pienses en esto. Dile al Señor que estás interesado en hacer su voluntad y que quieres obedecer.
El Espíritu Santo es el que va a poner en ti de vuelta esa pasión por compartir con familiares, vecinos, amigos, y hasta con desconocidos lo que supuestamente está dentro de ti: La Salvación.

El espíritu Santo también te hará notar que el asistir a las reuniones de la iglesia no es sólo para cuando tengas algún problema; también te dirá cuál es tu labor dentro de la congregación: que es de ocuparte de los nuevos que llegan buscando el amor de Jesucristo que ha sido derramado en ti.

Como un pastor de este rebaño, espero que tomes en cuenta el llamado que en estos últimos días el Señor está haciéndonos para cambiar de actitud, y pasar de ser parte del problema, a ser parte de la solución.

Dios te hará sentir su agrado por tu obediencia y el gozo del Señor será tu fortaleza.
Bendiciones.

Pastor  Antonio

miércoles, 16 de octubre de 2013

NO DEBEMOS ENFOCARNOS EN LA PRUEBA, SINO EN LA PALABRA

Salmo 23:6 "Ciertamente el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida, y en la casa de Jehová moraré por largos días".Eso no quiere decir que no vamos a pasar pruebas y tribulaciones, pero aunque vengan las pruebas seguimos creyendo que Dios está con nosotros. El Señor dijo que en el mundo íbamos a tener aflicciones, pero debemos confiar que Él esta con nosotros siempre.  Muchas son las aflicciones del justo pero de todas ellas, el Señor  nos librará.

Santiago 5:11 "He aquí, tenemos por bienaventurados a los que sufren. Habéis oído de la paciencia de Job, y habéis visto el fin del Señor, que el Señor es muy misericordioso y compasivo".

La aflicción de Job fue sólo por un tiempo, pasó por ella y salió victorioso, porque lo bendijo Dios en abundancia: Job 42:12 "Y bendijo Jehová el postrer estado de Job más que el primero".

Salmo 23:4 "Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo; tu vara y tu cayado me infundirán aliento". Tenemos que saber que no debemos enfocarnos en la prueba, sino en la Palabra que nos da la sabiduría y la paciencia , para poder resistir la prueba.
No le digas a Dios cuán grande es tu problema, sino que dile al problema cuán grande es Dios. No debemos temer porque el bien y la misericordia nos seguirán todos los días de nuestra vida.  
Amen.


Pastor Rafael Martinez

miércoles, 9 de octubre de 2013

DECIDE TÚ A QUIÉN SERVIR

En estos tiempos de incertidumbre y de doble standard, en que a lo bueno se le llama malo y a lo malo se le llama bueno, es difícil mantener una posición firme y que a la vez sea política y socialmente correcta.
En el Libro de Josué encontramos este pasaje que no deja de ser vigente en nuestros días:

Josué 24:15: "Y si mal os parece servir a Jehová, escogeos hoy a quién sirváis; si a los dioses a quienes sirvieron vuestros padres, cuando estuvieron al otro lado del río, o a los dioses de los amorreos en cuya tierra habitáis; pero yo y mi casa serviremos a Jehová".

La corriente del mundo en estos días parece que diera con más ímpetu en las instituciones que Dios dejó como base para la felicidad del ser humano. Me refiero a la familia y a los valores que de ella deberían emanar. Ser un cristiano de acuerdo a los patrones que Dios instituyó, nunca ha sido fácil, pero parece que en nuestros días se hace más difícil que nunca. El cristianismo “light” o un cristianismo que agrade a todos y no cause conflicto a nuestro alrededor es el más atractivo,  ya que permite, sin hacerse problema, disfrutar del mundo y de la religión. Esto no es lo que nos enseñó Jesús, cuando estableció las leyes del reino.

1 de Juan 2:15: "No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él".

Al referirse al mundo, Jesús se refirió al sistema diabólico que opera en el mundo, ya que Jesús mismo reveló que “el mundo entero está bajo el maligno”.
Cuando caemos en la ambigüedad de no definir una posición que marque la diferencia, perdemos de vista lo principal: Que estamos de paso en este mundo y que “la fiesta es arriba, no aquí abajo".
Cuando se pierde de vista esa verdad absoluta que Jesús declaró cuando dijo “mi reino no es de este mundo”, caemos en la religiosidad y en una posición centrada en el ego, en la cual pensamos que Dios está para resolvernos todo y que está obligado a darnos todos nuestros gustos. Asimismo perdemos de vista el propósito por el cual aún permanecemos en el mundo, que es satisfacer la voluntad de Dios que nos manda a predicar a todos el Evangelio, que son las buenas noticias para quienes están sumidos en la desesperanza que produce el mundo. El propósito de Dios, mientras estemos en la tierra es que le sirvamos a Él, o sea a sus propósitos y no buscar nuestra propia satisfacción (de la cual se encarga de suplir Él mismo con su presencia en nosotros).

Amados y amadas, ante la declaración firme que tuvo que hacer Josué delante del pueblo y la declaración de fe de todos los que firmemente y sin claudicar sirvieron fielmente al Señor, te invito a reflexionar y a decidirte por fin cuál es tu posición actual frente a lo que me refiero. ¿A quién vas a servir? ¿Estás dispuesto a obedecer a Dios y a su Palabra, antes que a tu propio yo?.
Piensa y contéstale al Señor, que hoy más que nunca nos hace estas preguntas para que tomemos una decisión firme y correcta, y podamos decir como Josué: "Yo y mi casa serviremos al Señor".

Dios te bendiga.


Pastor Antonio Martinez

viernes, 4 de octubre de 2013

EL HOMBRE ES UN SER TRIPARTITO

1 Tesalonicenses 5:23 "Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo".

Como vemos el hombre es un ser tripartito. Debido a que el hombre es espíritu, es capaz de ser consciente de Dios y se comunica con Él.
Nuestra alma es consciente de si misma; es el asiento de nuestras emociones, afectos y deseos; es la voluntad activa del  hombre  y la palabra de Dios nos dice que nuestras almas deben ser ganadas:

"Con vuestra paciencia ganaréis vuestras almas" (Lucas 21:19).

"obteniendo el fin de vuestra fe, que es la salvación de vuestras almas" (1 Pedro 1:9).

Tu alma está siendo salvada y renovada para que se alinee con tu espíritu. Cuando tu alma sigue la dirección de tu espíritu,  esta es prosperada y no se guía por los deseos carnales del cuerpo.   
Nuestro ser real no se puede sentir ni medir, solo lo podemos ver a través del espejo de la palabra de Dios,  la cual nos dice lo que somos en Cristo: somos espíritu, tenemos un alma y nos trasladamos en un cuerpo. Pero el centro del hombre es el espíritu, el cual fue sellado  y redimido para siempre.  

Amén


Pastor Rafael Martinez