En la vida debemos siempre
estar tomando decisiones. La más importante y transcendental es la que tomamos
al recibir a Jesucristo como nuestro Redentor y Salvador. Si partiéramos de
esta vida en el momento de creer, tenemos la certeza de morar eternamente con Él.
Pero como aún permanecemos
existiendo en este mundo, debemos tomar otra decisión que debe ser diaria y constante
hasta el fin de nuestros días acá en la tierra.
Esta decisión es hacer a Jesucristo el
Señor de nuestra vida.
Dios hizo al hombre a su
imagen y semejanza. Esa semejanza es haberle dado al hombre voluntad propia de
tomar sus propias decisiones. Entendemos que antes de haber recibido a
Jesucristo como nuestro Salvador, estábamos ajenos a la voluntad de Dios. Nuestra
capacidad de elección estaba pervertida por el pecado en el cual está todo ser
humano sin Cristo.
De acuerdo al estado del ser
humano natural, el hombre no tiene buenas fuentes y opciones para elegir y
tomar decisiones. Al estar alejado de Dios y muerto espiritualmente, no tiene
la capacidad de discernir de acuerdo a la voluntad de Dios.
Solamente actúa de acuerdo a
sus decisiones tomadas en base a tres cosas: El mundo, el demonio y la carne.
Las cuales están totalmente contrarias a Dios.
EL MUNDO: La Biblia dice: “Sabemos que somos de Dios, y el mundo entero está bajo el maligno”. (1 de Juan 5:19) Esto se refiere a que el sistema completo
mundial, llámense, valores morales, justicia, equidad, economía, religión,
política, ecología, respeto, etc. Esto quiere decir que el diablo usa la
capacidad del hombre de decidir, pervirtiendo esta para influenciarlo a hacer contrario a Dios.
Eso lo corrobora la escritura que dice que “Porque no tenemos lucha
contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los
gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de
maldad en las regiones celestes.
(Efesios 6:12.) Quiere decir que detrás de todo crimen, injusticia,
codicia, perversión, inmoralidad, violaciones, etc. Esta la influencia de
satanás y la decisión del hombre de obedecerlo.
EL DEMONIO: Aparte de influenciar al mundo entero a estar en contra
nuestra, él está constantemente lanzándonos dardos de fuego o pensamientos
mentirosos de derrota, y de pecado, tentándonos y haciéndonos creer sus
mentiras.
LA CARNE: La carne es nuestro estado natural inclinado al pecado y
a la rebelión contra Dios, heredado de nuestros primeros padres. La Biblia dice
que la carne no es rehabilitable.
Romanos 8:7 Por cuanto los designios de la
carne son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni
tampoco pueden;
¿MALAS NOTICAS?
El apóstol Pablo escribió en
su carta a los romanos haciendo esta declaración:
“Y yo sé que en mí, esto es, en mi carne, no mora el bien; porque el
querer el bien está en mí, pero no el hacerlo. (Romanos 7.18)
¡Miserable de mí! ¿quién me
librará de este cuerpo de muerte? (7:24)
LAS BUENAS NOTICIAS
Verdaderamente considerándonos
de acuerdo a nuestro ser natural, no hay ninguna esperanza. PERO… El apóstol agrega en mismo
capítulo 7 en el verso 25 “Gracias doy a Dios, por
Jesucristo Señor nuestro”.
Las buenas noticias son que
aunque en la carne no tenemos ninguna opción, al recibir a Jesucristo como
nuestro salvador, él puso en nosotros una nueva Vida, la Vida Eterna, o sea que
ahora nuestro espíritu vive y está unido al Espíritu de Cristo.
Volviendo a la decisión diaria y permanente que debemos hacer, nos
referimos a que si bien ante de ser salvos, no había opción de elegir, ahora en
Cristo tenemos una nueva naturaleza en nosotros capaz de estar conectados a la
Mente de Cristo, y ser dirigidos personalmente por Él.
El único requisito que Dios
pone es que teniendo aún la capacidad de elegir; ya no consideremos las tres
primeras opciones como fuente de elección, (El
mundo, el demonio, o la carne) sino que entreguemos esa libertad de elegir
a Jesucristo, haciéndolo el Señor de nuestras vidas.
La única garantía de seguridad
eterna es que rindamos nuestra voluntad a su voluntad y caminemos guiados por Él. De esa manera no solo estaremos seguros de estar en su presencia
eternamente, sino que en esta vida vivir en paz y con el gozo que viene de
hacer su voluntad.
Jesucristo mismo dijo estas
palabras:
No todo el que me dice:
Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que
está en los cielos. (Mateo 7:21)
¿Quieres vivir seguro, en paz
y feliz en este mundo, el cual bajo la influencia del maligno está cada día
acercándose más hacia la destrucción?
Te recomiendo que no te
conformes con algún día haber levantado la mano para recibir a Jesús y decir
que tienes una religión, (la que sea)
sino que hagas de Jesucristo el Señor de tu vida de hoy en adelante. Que sea Él
quien guíe tus pasos y puedas vivir seguro. Eso implica entregarle el gobierno
de tu vida, tu libertad de elegir, para que Él sea quien
elija por ti y tú le obedezcas.
Así un día no muy lejano,
cuando partas de esta vida, tendrás la seguridad dada por el mismo Jesús, de
entrar a su presencia eternamente.
Dios te bendiga.
Pastor Antonio Martinez