Hay
momentos en nuestra vida en que nos sentimos
desfallecer, sentimos que nuestras fuerzas han llegado a su límite y sentimos
que ya no podemos avanzar.
Me ha tocado como pastor oír muchos
casos similares, y por qué no decirlo, en mi propia vida he experimentado esta
situación en que las fuerzas se agotan.
La Palabra del Señor nos da un ejemplo
bien gráfico, para saber que podemos recomenzar.
Isaías 40:29 El da esfuerzo al cansado, y
multiplica las fuerzas al que no tiene ningunas. Los muchachos se fatigan y se
cansan, los jóvenes flaquean y caen, pero los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las
águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán.
La
diferencia entre el hombre natural y el que ha
experimentado el nuevo nacimiento, es que la palabra del Señor nos da una
solución de “multiplicar las fuerzas al
que no tiene ninguna”. Esa Palabra de Dios es la que nos hace ver más allá
de nuestra vista natural y ver que Dios siempre nos da un nuevo comienzo. El
ejemplo más claro que nos da la Escritura de en el águila, ave que experimenta
en su vida una completa renovación.
El
águila es el ave con mayor longevidad de esas
especies. Llega a vivir 70 años, pero para llegar a esa edad, a los 40, debe
tomar una seria y difícil decisión de vida o muerte.
A los 40 años, sus uñas están apretadas y flexibles y no consigue tomar a sus presas de las cuales se alimenta. Su pico que es puntiagudo, se curva demasiado, que no logra desgarrar la presa. Sus alas están envejecidas y pesadas porque su plumaje se ha engruesado.
A los 40 años, sus uñas están apretadas y flexibles y no consigue tomar a sus presas de las cuales se alimenta. Su pico que es puntiagudo, se curva demasiado, que no logra desgarrar la presa. Sus alas están envejecidas y pesadas porque su plumaje se ha engruesado.
Ye el volar se hace muy difícil!
Entonces, el águila tiene solamente dos alternativas: morir o enfrentar un doloroso proceso de renovación que durara 150
días.
Ese
proceso consiste en volar hacia lo alto de una montaña
y quedarse ahí, en un nido aislado en donde no tenga la necesidad de volar.
Después de estar segura en ese lugar, el águila comienza a golpear su pico en
la pared de la roca hasta conseguir arrancarlo. Luego debe esperar el
crecimiento de uno nuevo con el que desprenderá una a una sus uñas. Cuando las
nuevas uñas comienzan a nacer, comenzará a desplumar sus plumas viejas. Después
de cinco meses, sale para su vuelo de renovación y a vivir 30 años más.
Situaciones parecidas nos suceden a lo largo de la vida. Hay momentos en que parece que ya estamos entregados a “nuestra suerte”. Nuestra vida suele verse gris y envejecida. ¡Estamos en un punto de quiebre! O nos transformamos como las águilas o estaremos condenados a morir.
La
transformación exige, primero, hacer un alto en el camino,
parar de seguir tratando con nuestras débiles fuerzas. Luego comunicarnos con
Dios, buscar ese momento íntimo, en que podemos hablar con quien nos ama, y nos
entiende.
De
esa manera volar hacia lo alto, al refugio secreto que
nos da esa intimidad con Dios. Ahí es donde comienza el proceso de nuestra
renovación.
Las
alas del cristiano no son otra cosa sino la ALABANZA.
Es por medio de la alabanza la que nos permite despegarnos de nuestra propia realidad
y darnos cuenta cuán grande es nuestro Dios. Es cuando tenemos el poder de
escapar del torbellino de la tentación de tratar con nuestras fuerzas y podemos
remontarnos a la misma presencia de Dios
En
la intimidad con Dios seremos dirigidos por su Espíritu
a despojarnos de esas viejas uñas y plumas para continuar un vuelo de renacimiento y de
victoria. Y ¿cuáles son esas plumas y uñas de las que tenemos que
desprendernos? Creo que con la ayuda del espíritu Santo, cada uno puede identificarlas fácilmente en
sus vidas: son aquellas actitudes, vicios y costumbres que nos impiden el
cambio, que nos atan al pasado, a la mediocridad a la falta de ánimo para continuar hacia la victoria.
En otros puede tratarse de
resentimientos, complejos, baja o alta autoestima, que nos nublan la vista y la
capacidad de ser objetivos con nosotros mismos. Debemos desprendernos de
costumbres, tradiciones y recuerdos que nos causan dolor. Solamente libres del
peso del pasado podremos aprovechar el resultado valioso que una renovación
siempre trae.
Por último debes saber que el águila es el ave que
contraria a todas las demás, no huye de la tormenta, sino que la espera y usa
la fuerza de la tormenta para elevarse cada vez más. Mientras las aves vuelan
desesperadas a buscar refugio, El águila viendo venir la tormenta extiende sus
alas y aprovecha el viento de esta para remontarse por sobre esa tormenta y
volar por sobre ella.
Tú eres un hijo, hija de Dios y puedes como el águila,
usar los vientos de las pruebas y dificultades para impulsarte a volar por sobre las situaciones
adversas. Tenemos las alas de la alabanza, que nos van a remontar mucho más
alto cada vez.
Hermano, hermana: Detén esa marcha
frenética que te pauta el mundo y comienza a apropiarte de la verdadera vida que
Jesucristo logro para ti. No te conformes a “Tu suerte”. Tú puedes como las
águilas volar por sobre la tormenta. Tú estás diseñado en Cristo para ser más
que vencedor. No te rindas. Dios te invita a una renovación completa y a ser
VICTORIOSO.
Saludos y bendiciones!!
Pastor Antonio Martinez